domingo, 16 de septiembre de 2012

Bloqueo inducido.


Perspectiva. He llegado a la conclusión de que se trata de eso.

Para entenderse a uno mismo de verdad hay que tener perspectiva. Las acciones más importantes que determinan como somos realmente no son las comunes de todos los días, las que realizamos casi por acto reflejo; sino las que realizamos en una situación insospechada, desconocida. O problemática.

Y no siempre es fácil decidir qué hacer. No solo por la dualidad entre hacer lo que quieres y lo que debes, o lo que está bien o mal. ¿Qué pasa si no sabes diferenciar entre ambos extremos, o son opciones más cercanas entre ellas de lo que parece?

Cuando me encuentro en dicha situación, no basta con pensar sobre ello, es necesario decirlo. Sólo así sabes si te sientes cómodo con lo que decides.  Así que siempre tiendo a hacer una de estas dos cosas: o bien contarlo a una persona de confianza, o bien escribirlo.

Puede que parezca una tontería, pero esta segunda forma es mi mejor manera de aclararme. De ordenar mis pensamientos por puntos, como si de una lista se tratase. Racionalidad. Darte cuenta de lo que sientes mientras lo escribes es una sensación liberadora, que quizás solo entienda su dimensión otra persona que también lo haya sentido de este modo.

Hasta aquí ningún problema. Pero está claro que hay cosas que no puedes elegir. ¿Qué ocurre si, tras aclararte, no te gusta lo que sientes? ¿Cual es el mal menor? ¿Es mejor la ignorancia de la confusión o la impotencia de no poder controlar lo que piensas?

Yo suelo estar a favor de la verdad. Las cosas claras y el chocolate espeso, como se suele decir. Pero también es cierto que tras una época de tumultos quieres tranquilidad. Banalidades. Pasar los días lo mejor posible. Que tus nuevos dilemas se mitiguen un poco antes de volver a la trama. Y para eso te convienen más unas dudas que darte cuenta, por ejemplo, de que te duele más de lo que quieres dar a parecer.

Así que creas un bloqueo inducido. No escribes, no hablas y piensas lo mínimo en ello. Una pequeña coraza contra ti mismo. Puede que parezca cobarde y es probable que lo sea. Pero haré una última pregunta: ¿No es mejor ese periodo de desconexión y dar la cara una vez que tengas más claro que quieres y sabes como enfrentarte a lo que te consume?

Supongo que lo fascinante y lo horrible de la vida es que las cosas más trascendentes no suelen ser blancas o negras, sino estar llenas de matices. Y quizás un gris oscuro te haga más feliz que uno claro. Ojalá alguien me enseñara a distinguirlos.


sábado, 15 de septiembre de 2012

Yo tenía un blog...

... y ahora tengo otro.

Por empezar de algún modo. Quizás te suene Y el Eco ya no era mi Voz o no, pero desde luego, por algún motivo, has entrado en Hablar en silencio.

Nuevos aires, nuevas ideas y estilo renovado. No tengo muy claro otro propósito de este blog que no sea desahogarme o escribir lo que quiera cuando me apetezca, así que ni tú ni yo sabemos qué saldrá realmente de aquí. Mantendré algunas secciones del blog anterior (dije nuevas ideas, pero si hay antiguas que merezcan la pena no es plan de ignorarlas), pero no criticaré series, libros, películas y demás. Para eso ya están páginas como aNobii o Series.ly y a ellas también dedico mi tiempo.

Pero, básicamente, Hablar en silencio no trata de eso. Trata sobre opiniones, pensamientos y demás proyectos. Algunos agradables, otros deprimentes y otros sin sentido aparente.

Yo estaré por aquí. Escribiendo para mí, y también para ti siempre que te apetezca leerlo.